
Son épocas complicadas para el amor. Los centenial, el feminismo, la precarización laboral y la vuelta de los discursos de derecha complican las vivencias de quienes deciden amarse. Ya que el amor como lo conocíamos parece haber muerto, e intentar resucitar en nuevas formas.
Una de las formas que parecía haberse terminado eran las series románticas, sin embargo, el gigante del streaming parece haber encontrado la fórmula para que la narrativa de amor funcione y se convierta en el fin de semana de carnaval en la más vista.
“Todas las veces que nos enamoramos” juega con el cliché, pero a diferencia de todas las otras, donde chico hegemonía y chica linda se conocen, funciona, ya que se equilibra la dulzura con todas las idas y vueltas, que lejos de parecer toxicas, parecen conocidas por el público, logrando una conexión entre la historia, los personajes y los que están del otro lado de la pantalla.
Cuenta la historia de Irene y Julio, quienes se conocen durante una fiesta. El flechazo es inmediato y como sucede en esas situaciones, la noche parece durar mil horas entre charlas, el deseo contenido y el entusiasmo que supone descubrir a alguien nuevo. Ambos se suben a un tren de regreso a su casa hasta que los atentados del 11M violentan esa velada perfecta, e interrumpen ese beso que no llega a ser. A partir de ahí, la trama va y viene en el tiempo, de esos primeros años 2000 en los que Irene y Julio viven un amor que atraviesa mil obstáculos, hasta llegar a un 2022 que los encuentra distanciados y con ella a punto de casarse con alguien más. Con el correr de los capítulos, la trama indaga en los motivos que les impidieron a los protagonistas vivir su pasión de forma plena y por qué terminaron en una ruptura que los marcó a fuego y los convirtió en adultos grises atrapados en el recuerdo de un amor que no fue.
A lo largo de una trama que se prolonga durante veinte años, Todas las veces que nos enamoramos sostiene que la gente cambia y que reencontrarse con una misma persona puede significar volver a enamorarse (o no) de las nuevas versiones de ese ser amado. En ese desarrollar este romance, la historia presenta rasgos fácilmente reconocibles que atrapan al espectador. Los personajes resultan cercanos y no cuesta conectar no solo con ese amor, sino también con esos pasillos de universidad, esas reuniones entre amigos y la pasión de un proyecto en común. Y esa cercanía que la serie construye es su principal atractivo. Por este motivo, el valor de este título no está únicamente en mostrar un amor que define a dos personas, sino también en la melancolía de recordar una época en la que todo parecía posible.