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De Drugos a Rugbiers: La naranja mecánica y Fernando Baéz

En el día de hoy se desarrolla en los juzgados de Dolores la exposición de los alegatos en el juicio que busca llevar justicia al homicidio de Fernando Báez Sosa. El pibe que vacacionaba en Villa Gesell y  murió en manos de 8 rugbiers. 

Fernando Burlando, el abogado defensor de la familia del joven asesinado, ilustró la violencia ejercida contra el chico de 18 años a partir de recuperar una película icónica y definitoria en la historia del cine: “La Naranja Mecánica”.

Esta película dirigida por Stanley Kubrick muestra la violencia sin sentido ejercida por un grupo de jóvenes que ataca en pandilla, atravesados por la diversión y con una brutalidad coreografiada. 

El director creó para la narración un universo propio, cuyos colores, elementos futuristas, iluminación y movimientos en los cuerpos de los personajes,  introducen al espectador a un mundo donde las cosas suceden y tienen sentido.

Sin embargo, se trata de una película de ficción muy distante de la ciudad balnearia donde ocurrieron los hechos. Pero pese a ello, la elección de esta película no es ingenua y tracciona directamente con la caracterización que subyace en el imaginario social sobre los atacantes, y es reforzada por los medios de comunicación: “asesinos con características salvajes” . 

“Los Drugos” encuentran su equivalente en “Los demoledores”, y al igual que los primeros, parecen tomar como juego la saña y el salvajismo en el terreno urbano. Desprovistos de empatía, ética y moral, la práctica deportiva ejercida caracteriza al grupo y dialoga con lo sucedido: son un grupo de amigos que se organiza lúdicamente y afectivamente  para matar, y esa amistad marca lealtades, silencios y complicidades, que duran hasta nuestros días.

En la película, como en la vida real, la brutalidad queda marcada en el cuerpo de la víctima y en la potencia de las imágenes, que como en el films trascienden el paso del tiempo. 

Los videos viralizados por los medios digitales y registrados por transeúntes son imposibles de desdecir. Son contundentes, y albergan una verdad, que es tan triste como dolorosa y potente. Son la prueba de que Fernando no solo falta en su casa, sino que nos falta a todos. 

Sucesos como la paciente espera, la emboscada, el acto de lamerse los dedos de sangre para borrar las pruebas, atacar por la espalda, acusar a otros, y guardar un silencio que persigue impunidad, distancia al film de los 8 rugbiers. Tristemente la realidad supera la ficción, ya que incluso los Drugos fueron capaces de soltar la mano a un asesino, entregando a Alex a las autoridades.

La carencia de piedad, clemencia, y aprecio por la vida se hacen presentes en los golpes que ejercen los acusados sobre Fernando, y solo resta esperar justicia. Aunque los procesados hoy luzcan rostros apacibles, el loop en el que son repetidos los videos de sus actos funcionan en nosotros como el tratamiento ludovico de la parte final de la película: una sociedad que resiste al olvido. 

 

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